viernes, 22 de junio de 2007

Historia de un camino sin fin ni principio (Eusebio Ruvalcaba)

Para Sergio Monsalvo

Cómo quisiera haber sido buen poeta
y corromper todo a mi alrededor.
¿Tendré que pasarme el resto de mi existencia
pergeñando una línea tras otra,
sin que nadie diga ese tal Eusebio está loco
si eso que escribe es poesía yo soy Jesucrísto?
Carajo, ¿no puedo escribir no digamos un poema
sino una puta línea, una sola, que leas y digas
cabrón, este pinche Eusebio está grueso?
¿De veras será tan dificil seducir a una mujer,
no servirá también para eso la poesía,
que una mujer lea el poema y que diga diablos,
Eusebio, yo quiero contigo, carajo, eres un dios
y yo quiero hacer el amor con un dios?
¿O que no habrá modo de hacer del poema un estallido
continuo, que transtorne todo a su alrededor
que justo ahí donde parece que la vida está inmovil
llegue el poema y pudra todo; pregunto, no se podrá
hacer eso, de veras no se podrá, o uno se imagina
los obstáculos porque tiene miedo, porque en el fondo
es imposible violentar las formas?
Quién sabe, tanta pregunta a mí no me concierne.
Me imagino que habitualmente los poetas
no se hacen tantas ni tan estúpidas preguntas.
Simplemente se han de sentar a escribir y ya.
Que nadie se pregunte nada. Mejor. Que se domine
y se amanse a esa perra rabiosa que es la sintaxis.
Y listo. La poesía no cambia nada ni es nada ni transtorna
un carajo. Esto es un hecho. Y es lo único que importa.

Eusebio Ruvalcaba. El Frágil Latido del Corazón de un Hombre. Editorial Nula. México, 2006. p.20

1 Comentarios:

Jose Toral dijo...

¡NO! La verdad me aterra, cerraré la ventana.