Tarde o temprano:
Plática con Carlos Cuarón
Por Jorge Tirzo
Carlos Cuarón tenía una novia “de manita sudada”. Ella se llamaba literatura. Solían sentarse en el sillón, tomarse de la mano y quererse. Él era un joven de 18 años. Ella tenía todos los años del mundo. Carlos se había inscrito en la carrera de Letras Inglesas en la UNAM para conquistarla. Se imaginaba el futuro entre intelectuales y embajadores. Sería como Carlos Fuentes o Gabriel García Márquez. “Todo muy flemático y realmente aburrido”. Un día su vida cambió. Su hermano Alfonso tenía una relación pasional con una prostituta. Ella se llamaba “Cine”. Alfonso quería ser director para conquistarla.
“De repente llegó el guarro de mi hermano y me presentó a esta prosti llamada “Cine”. El problema es que esta prosti da unos blowjobs geniales. Y como soy bien facilote, pues me ganó y dejé a mi pobrecita novia-de-mano-sudada un poco abandonada. Es metafórico, pero es totalmente cierto”.
En el mundo real, Carlos dice que ese proceso fue más sencillo. Una tarde su hermano decidió ser director de cine. Para lograrlo necesitaba historias. Tarde o temprano necesitaría un guionista. Por eso Alfonso pronunció la frase más determinante de sus vidas:
-¡Qué onda, güey! ¿Dices que quieres escribir, no?
-Pues sí…
-¡Órale, ayúdame!
Desde entonces han trabajado juntos. Sin esa frase, probablemente el cine mexicano sería distinto.
Cover of Y Tu Mama Tambien
Hicieron juntos Y tu mamá también y Sólo con tu pareja. Carlos escribió los guiones y Alfonso los dirigió. Pero el año pasado la vida dio otra vuelta. Con amigos como González Iñárritu o Guillermo del Toro, tarde o temprano terminaría dirigiendo. El escritor (convertido en guionista) ahora estaba sentado en la silla del director. El resultado final se llamó Rudo y cursi. “Ambas labores y oficios los disfruto muchísimo. Pero como cualquier profesión, también se sufren. Hay días muy frustrantes que te quieres morir y ni modo”
A veces, mientras hacía la película, Carlos Cuarón se sentía solo. No lo acompañaba el alma, como cuando escribía. Era “la soledad de estar acompañado”. Según él mismo, los momentos “más pinches” de toda su vida, le han tocado dirigiendo.
Pero en un solo día Rudo y cursi fue vista por cien mil personas. En un solo día recaudó 400 mil dólares. Algo había pasado para que esa prostituta llamada “Cine” lo tratara tan bien. Tal vez por eso ahora recuerda sus épocas de manita sudada. “Con mi noviecita por supuesto, regresaré tarde o temprano”