A las 7:30 de la noche, la fila para la firma de libros de Carlos
Fuentes era tan larga que pude observarla desde calles antes. En el
Centro Cultural Bella Época, los encargados de la librería Rosario
Castellanos del Fondo de Cultura Económica comentaban que sería hermoso
ver así de llenas diariamente los espacios culturales. Uno de los
organizadores de la gigantesca fila confesó que “Carlos Fuentes tiene
una magia especial”.
Yo tenía el número 240 de la inmensa fila. A las 8:30 de la noche,
comenzó una lluvia que nos obligó a todos a refugiarnos en la Galeria
Luis Cardoza y Aragón, dentro del mismo centro cultural. El famoso
escritor de “Aura” y “La Región más Transparente” firmaba el número
210, ya podía verlo. No soy un gran fanático de Fuentes, ni me atrae su
último libro, pero asistí por ser el escritor mexicano más importante
del boom latinoamericano.
De pronto, el sonido del granizo cayendo sobre el techo fue mayor que
todas las bocinas. Ni siquiera era posible escuchar a la persona más
próxima. La luz se fue abruptamente dos veces continuas. Comenzó a
surgir la alarma entre los presentes y el escritor simplemente dijo que
eran peligrosos los plafones con tanta agua. Más allá de sus dotes
proféticas o de arquitecto, su sentido común fue bastante certero,
porque casi inmediatamente, un plafón al fondo de la librería cayó
sobre una estructura de cristal, comenzando a mojar los libros de la
planta alta.
Carlos Fuentes salió inmediatamente de la librería acompañado de sus
respectivos guaruras y yo me quedé sin su firma. Nadie comprendía nada.
La luz de la sala principal se iba apagando, seguramente para evitar
contratiempos. Los encargados del Fondo de Cultura Económica intentaban
desalojar a la gente. Pero granizaba intensamente, nadie quería salir y
los autos estaban detenidos totalmente en las calles aledañas.
En el área de la galería donde había estado parado minutos antes, un
plafón mucho más grande que el anterior se desprendió. Las escaleras
fungían como cataratas. El agua en la librería debió haber alcanzado
unos cinco centímetros de altura mientras la gente desesperada corría a
recoger los libros apilados en el suelo. Apagaron las luces.
Sin auto, sin paraguas y sin ganas de empaparme, tuve que esperar por
horas a que la lluvia pasara. Jamás ocurrió, pero tuve que salir
corriendo cuando dejó de granizar. Toda la colonia condesa era un gran
estacionamiento donde ningún automóvil se movía. Bajo los árboles se
acumulaban cerros de granizo y sobre las calles corrían ríos de agua
helada.
No obtuve la firma de Fuentes, pero aparte de eso, no hubo daños
graves; sólo cientos de libros que se debieron haber mojado, y un gran
hueco en un centro cultural recién inaugurado.
ACTUALIZACIÓN: La librería sobrevivió, yo también, Carlos Fuentes jamás dijo nada al respecto... Y si alguna vez se le ocurre decir que él fue un gran héroe que salvó a todos los presentes, ¡no le crean! Huyó cobardemente.
P.D. Este post está publicado desde el editor de blogs de Flock... ando viendo a ver qué tal. Todo bien por el momento, pero consume muchos recursos...
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